JON LÓPEZ GOROSTIDI
Soy Jon López Gorostidi y, además de participar como miembro del departamento de Tesorería de ESME durante varios años de mi andadura universitaria, fui el tesorero de la asociación de estudiantes durante el periodo 2013-2014.
En este escrito pretendo dejar constancia de lo más relevante de mi periplo en la junior empresa y las razones por la que pienso que es una forma inmejorable de completar la formación de los estudiante más allá de las aulas.
En primer lugar, las relaciones profesionales y humanas que te permite crear. Gracias a ESME fui capaz de ampliar mis relaciones dentro de la Universidad desde un doble plano: tanto con mis compañeros, como con los profesores y resto de profesionales con los que cuenta el campus.
En concreto, en el departamento de Tesorería, nos tocó vivir ciertas situaciones no deseables que, sin embargo, fomentaron la cohesión del grupo y me permitió, personalmente, conocer a mis compañeros de clase en un ambiente diferente al que ya nos conocíamos y me dio la oportunidad de tejer relaciones también con compañeros de otros cursos, relaciones que, en ciertos casos, mantengo hasta hoy.
Asimismo, como expongo, la actividad en la asociación te da la opción, siendo casi una necesidad, de ponerte en contacto y sacar partido de todos los recursos personales de los que dispone el campus, muchas veces ocultos para los estudiantes, pero muy valiosos si sabes identificarlos. La gestión de los espacios, los horarios, la representación universitaria, la obtención de ayudas económicas, etc. son cuestiones que tuvo que abordar mi departamento durante mi actividad en la junior empresa y su éxito solo fue posible gracias a la inestimable ayuda de profesores y personal de administración y servicios de la Universidad.
En segundo lugar, el autoconocimiento personal. A mi juicio, los grados universitarios, asignatura tras asignatura nos forman adecuadamente en ciertas competencias minuciosamente seleccionadas, siendo estas muy valiosas para nuestro desempeño profesional. Ahora bien, también considero que existen muchas otras competencias necesarias tanto para un plano académico o laboral, como para el plano personal, que no son trabajadas en el aula y, por ende, debemos ser los estudiantes quienes creemos los espacios necesarios para trabajarlas. El asociacionismo universitario es, para mí, un estupendo ejemplo de ello.
Personalmente, tuve la oportunidad de trabajar aptitudes como la oratoria, la negociación, la gestión de equipos, la convivencia con el fracaso o el estrés, la empatía, entre otras, no tan habituales dentro de las cuatro paredes de un aula.